A unos pasos de las ruinas de Ingapirca (muro de piedra Inca en el idioma Cañari), hay una hacienda de más de 200 años llamada “Posada Ingapirca”, este lugar mágico es una parada obligatoria para los amantes de las culturas.

Alojarse en  la Posada Ingapirca significa estar en armonía con las montañas y los espíritus de los Incas y Cañaris que habitaban hace más de 500 años,  asi que tener un contacto íntimo con la naturaleza.

Me recibió Daniel Duràn, cuya familia es propietaria de las instalaciones desde 1993, Daniel es un ferviente defensor de las artes y culturas locales, el lugar hace que su pasión se transmite en las diférentes  piezas de la hacienda scomo si seria un paseao en el tiempo.

Despertarse por la mañana a una altitud de 3200 metros, desayunar respirando aire fresco y puro con vista a las montañas es un privilegio que la hacienda, ella se extiende por más de 10 ha hasta la línea provincial entre Canar y Chimborazo. En sus servicios la Posada Ingapirca ofrece la posibilidad de montar a caballo a través de las extensiones de la zona y al regresar la possibilidad de cenar en el hotel con sus especialidades locales es una alegría.

Si el frío te lleva, siempre puedes beber chocolate caliente hecho con cacao local junto a la chimenea en el salón, e incluso aprovechar la oportunidad para jugar al billar.

Para llegar a la Posada Ingapirca desde Cuenca hay autobuses y taxis accesibles, el viaje es de aproximadamente 1 hora y 30 minutos.

Si desea reservar una estadía, encontrara todas las informaciones en el sitio web de la hacienda.

Les dejo aprovechar el video realizado durante mi estadía en la Posada Ingapirca para tener una visión más amplia de las posibilidades de la hacienda.

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